Cuando comencé a escribir esta newsletter hacía énfasis en las obsesiones fugaces o intermitentes que aparecían cada semana, sabiendo que, a medida que las entradas fueran apareciendo también se vería claro cuáles son las más recurrentes e importantes. Lo cierto es que, después de dos años de escritura, tengo más o menos claro que ahora todo es parte de un gran patrón de miniobsesiones relacionadas en mi cabeza, pero que solo consigo presentar en pequeñas píldoras, al menos en un formato como este. Parte de este patrón es lo del estancamiento intelectual (cognitive stagnation como se ha denominado popularmente en estos años y desde que era algo propio de la ciencia ficción), que preferiría que tradujéramos como cognitivo y no como intelectual porque hay matices entre ambas palabras.
Lo del conocimiento y lo de la evolución de nuestro cerebro es algo que me fascina y de lo que he hablado ya algunas veces. Como estudiante no fui brillante más que en algunos momentos justos, por una razón fundamental de absoluta desgana ante el sistema educativo y porque pierdo el estímulo con relativa facilidad. Así que el conocimiento más allá de lo académico me resulta importante, sobre todo si tenemos en cuenta que la escuela supone una pequeña parte de nuestra vida. ¿Cómo seguimos aprendiendo y razonando más allá de una clase? ¿Lo hacemos toda la vida o nos estancamos en algún momento?
Hay cuestiones más o menos aceptadas a nivel social que son difíciles de corroborar en medios o estudios serios y a gran escala y que, incluso cuando se hacen, dan lugar a titulares espantosos. Nadie se lee el paper1. Sobre el estancamiento social a partir de cierta edad se lleva hablando desde los años 50 debido a la teoría del desarrollo psicosocial de Erikson. En su etapa número 7 se habla del estancamiento contra la generatividad, es la etapa previa a la vejez propiamente dicha y las formas de enfrentarla son derrotistas y pesimistas (estancamiento) o productivas y positivas (generatividad). Si algo saben los que estudian la inteligencia es que el estancamiento en esta edad se puede dar también a nivel intelectual y cognitivo.
«¿Nos volvemos más tontos con el tiempo?» preguntan a modo de clickbait muchos medios digitales. La respuesta es compleja, pero no necesariamente complicada. A lo largo de la vida de cualquier ser humano el desarrollo cognitivo se va ralentizando con los años, muy probablemente en paralelo a la escala psicosocial de Erikson. Y cuando hablamos de situaciones anómalas en la inteligencia se suele hablar de una disonancia en ambas escalas. Pero no sucede con todas las áreas cognitivas. Durante décadas de estudio y de aplicación del test WAIS de cociente intelectual se ha podido ver que existen partes del test en las que, con la edad inevitablemente, puntuamos peor, pero también que existen otras en las que se puntúa mejor que en la adolescencia o la veintena. El problema de estas áreas en las que se puede puntuar mejor en la edad media es que son áreas proactivas, áreas que se deben desarrollar y practicar para luchar contra el estancamiento.
Un adulto, alguien de mi edad o mayor, tiene mejores habilidades verbales, de razonamiento, de búsqueda de similitudes y de detección de patrones (esto último, como característica del autismo es lo que lleva a decir que el autista parece «una persona mayor»). Todo esto se practica y no solo a nivel intelectual. Leer, jugar a juegos de mesa, investigar sobre temas que nos interesan (¡esta newsletter otra vez!), interactuar con personas de otras generaciones, buscar activamente estímulos ajenos «a nuestra época» son actividades que cualquiera que no quiere deteriorarse cognitivamente debería hacer. Ser curioso tiene recompensa y no tiene que ver con ser más o menos inteligente, sino con ser más o menos proactivo. De ahí que no me guste la traducción de estancamiento intelectual. Pero vamos a por qué me preocupa todo esto.
Podríais pensar que es una preocupación egoísta porque cada vez estoy más cerca de los 40, pero no es así. Me sometí al WAIS en verano de 2020, y ahora sé que, con lo que nos afectó a todos el confinamiento, no fue el mejor año para hacerlo, pero aún así conozco mis resultados. Tengo más o menos claro que me espera en los próximos años si mantengo mi proactividad. No me preocupo especialmente. Sí me preocupa mucho de lo que veo, porque, aunque la tecnología es muy beneficiosa, también puede ir en contra del ser humano en este sentido (y sin ponerme tecnófoba). No son pocos los psicólogos y neurólogos que están estudiando los efectos del avance tecnológico en el ser humano y los resultados en cuestión de creatividad, resolución de problemas complejos y pensamiento crítico son cada vez más preocupantes.
Pero no creo que nos haga falta recurrir mucho a los estudios para ver ese estancamiento (no creo que hablemos de deterioro, no soy tan pesimista). Todos sabemos que los juegos son beneficiosos para adultos mayores, pero no parece que nos preocupemos de nuestros cerebros hasta ese momento. En inteligencia se habla del efecto Flynn, e incluso del efecto Flynn inverso o negativo, en el mundo real y en el de internet lo que se ve es que cada vez es todo más fácil. Y lo fácil no viene bien a lo del cerebro. Nuestro cerebro es otro estómago, si le alimentamos bien funcionará mejor, si mantenemos buena alimentación lo hará además durante más tiempo.
Hablamos, los de los nichos intelectualoides en redes, que el asentamiento de lo mainstream lo que provoca es que tengamos que ser más proactivos en la búsqueda de otras cosas, otra música, otro cine, otro lo-que-sea que vaya un poco más allá. Que nos estimule y nos ponga a prueba, que no solo nos entretenga. Y lo cierto es que nunca debimos perder esa proactividad, aunque durante un par de décadas disfrutamos de todo lo que nos venía mientras simplemente mirábamos la pantalla. Sabemos que debemos hacer más si queremos tener una experiencia satisfactoria para el alma mientras «consumimos cultura». Pero la realidad es que no es solo para disfrute y bienestar, también lo es para evitar ese estancamiento cognitivo.
Yo tuve mi propio estancamiento al final de la veintena, muy joven, pero por circunstancias sociales y emocionales difíciles (por decirlo de alguna manera). Ciertas circunstancias como esas sirven, a veces y aunque preferiríamos otra forma, de acicate para mejorarnos a nosotros mismos, como personas, a nivel de salud y, por lo que veis, a nivel mental. Fue un golpecito de atención, no necesariamente para esto de lo que os hablo hoy, pero sí para muchas áreas del autoconocimiento y de conocimiento del ser humano. Todo ese trabajo de proactividad y de búsqueda ha servido para que estemos aquí hablando de estas cosas y no me haya conformado con lo que se me servía en bandeja. Pero también sirve para que esta cabeza siga bien y viva durante los próximos años y, con suerte, para escribir muchas más entradas aquí. Solo espero que más y más personas pongan de su parte dentro de sus cabezas para evitar el pesimismo de esta época.
P.D: Casi nada de lo que se habla en esta entrada está comprobado fehacientemente, como muchas de las cuestiones que tienen que ver con el cerebro. ¡Es un mundo difícil! Y cualquier parte que no se entienda es fruto de una señora de artes y letras intentando explicar temas que le son ajenos. Voy pidiendo perdón.
Me encanta tu tema de esta semana, en parte porque le llevo dando vueltas desde hace tiempo de cara a escribir yo mismo sobre ello.
El otro día leí un artículo (no el que enlazas) en el que se lanzaba la hipótesis de si la degradación cognitiva asociada al envejecimiento —en parte relacionada con la teoría de Erikson— podía haberse «adelantado» como consecuencia del uso de la tecnología; algo similar a lo que tú apuntas al hablar de esa caída en lo «fácil» que nos vuelve más vagos. Tampoco me considero tecnófobo, pero sí creo que se advierte cierta «infantilización» a la hora de aplicar nuestras habilidades cognitivas en ciertos campos, y pienso que pueda ser fruto de ello.
En todo caso, es un tema apasionante. Y, como tú, lo que espero es no acomodarme y seguir dándole al cerebro material para que siga en marcha (aun a medio gas, como ahora… 😩) todo lo posible.