Un martes cualquiera (99): La cultura de los niños
Y todo lo que hay detrás de unas pulseras tejidas
Aunque a menudo hablo del lado manipulador de las redes y, en general, de los problemas que acarrea el vivir en una sociedad que no se toma muy en serio lo de vivir, existe algo bueno de compartir tiempo y lugar con otras cabezas excesivamente pensantes. Cuando menos te lo esperas, mientras rumias sobre un tema, aparece alguien a quien solo conoces de internet (y ni siquiera eso) y trae a colación algo que tenías en el fondo de la cabeza. Ha sucedido esta semana. Tras escribir sobre las tribus urbanas pensaba en lo paradójico de mi adolescencia, porque en algunas cosas fue típica, pero no tengo recuerdos de cosas que se consideran habituales de esa época, a veces simplemente las habré olvidado, otras estoy segura de que nunca sucedieron. Como lo de las pulseras.

Yo con los años me convertiría en modista y costurera, pero de adolescente no tenía especial interés en nada que tuviera que ver con lo tejido. No es de extrañar que, cuando vi a alguna compañera de clase tejer una pulsera por primera vez, no le hiciera el más mínimo caso. Nunca recibí una, nunca tejí una, pero es ahora algo que me fascina desde lo folclorístico. Tengo, ahora que soy adulta, una amiga que es fan de Taylor Swift y fue a través de ella que descubrí que mujeres de todas las edades se intercambiaban «pulseras de la amistad» en sus conciertos. Estas son diferentes a las que recordaba, hechas con cuentas de plástico de colores, más sencillas y rápidas, supongo que para facilitar que una se pueda presentar en un concierto con una gran cantidad de ellas. No poco después aprendería, gracias a una serie de tuits del otro lado del océano, que adolescentes muy lejanas siguen tejiéndolas en un estilo macramé que es lo que recordaba yo.
Y resulta que la diferencia tiene su razón de ser, y que el folclore más reciente y presentista nos lo puede explicar. Gracias a otro tuit, esta vez de The Procrastinator Times, con quienes, a veces, parece que comparto cerebro, he llegado a este artículo de National Geographic sobre la historia de las pulseras de la amistad. Las pulseras de cuentas de colores vienen del propio entorno de la música, del entorno de lo electrónico en los 90, y tiene sentido que vean su reaparición en conciertos masivos. Las pulseras tejidas tienen otro recorrido, no mucho más anterior (sólo una década), pero sí que tienen su base en una tradición más antigua que son los regalos de amistad y recogen una serie de rituales a su alrededor que hacen que lo que parece un juego tonto de niñas sea interesante para los que estudian la sociedad.
Ha existido durante siglos, y no creo que sea necesario justificarlo, una «tradición» de desestimar ciertas actividades «propias» de las mujeres (y especialmente mujeres jóvenes), en su mayoría relacionadas con la artesanía a la que de por sí se la ha considerado menor. Ya me habéis visto quejarme del poco valor que tiene lo hecho a mano en la sociedad. Pero no se trata de esto solamente. El hecho de tejer una pulsera de la amistad tiene mayor importancia desde el punto de vista de lo tribal, ya que, en la mayoría de los casos, una no la teje en casa para llevársela a alguien, sino que se realiza en momentos grupales mientras se habla en comunidad. Las pulseras se hacen en los campamentos y en los recreos, sin una gran preparación, tomando lo que una tiene a mano para poder hacerlas. Hay quien aprovechaba una botella de plástico, pero las que tenían su influencia grunge siempre tenían un imperdible que atar a unos vaqueros ya rotos.

No es lo único que hacen las niñas y adolescentes: hay cánticos, hay juegos, hay bailes, hay cuentacuentos colectivo (fanfics, que existen desde que se empezó a difundir internet y yo aun no era adolescente del todo). Hay todo lo que hemos estudiado de otras sociedades. De hecho, la teoría más extendida a la aparición de las pulseras tejidas de la amistad de estos últimos 40 años es que tiene su base en la cultura de ciertas zonas de América central y en el telar de cintura. También tiene su recorrido en el macramé que surge en varias sociedades en diferentes momentos de la historia con una fuerte base en los pueblos árabes1. Para nuestra era, son los años 60 y 70 los que reviven ciertas formas de artesanía. El movimiento hippie hizo mucho por la mujer, pero también por esas tradiciones que podían desaparecer. No es de extrañar que, solo unos años después del movimiento, se comenzaran a intercambiar pulseras en muchas partes del mundo, de tal manera que puedo entender lo que hacen unas adolescentes en un campamento norteamericano en 2024. De hecho, las creencias de cómo debes cuidar de tu pulsera se creen que pueden venir de los pueblos navajos.
Tenemos, como adultos, la mala creencia de que los niños aprenden de nosotros, que la cultura les viene dada y que son los adultos los que crean la cultura. Por suerte los folcloristas han sido más listos y han estudiado todo esto al margen de lo que grandes grupos de adultos prepotentes crean. Existen diferencias entre lo que aprendes de tus padres y lo que aprendes de tus amigos, el segundo tipo de cultura es más proactivo, más libre y, por desgracia, más menospreciado. Nuestras madres nos pueden haber enseñado a coser un botón, pero no nos han enseñado a tejer pulseras, y esa es una parte importante de la tradición, tienes que aprender de alguna amiga (o, dado el mundo actual, de internet). Y, como os digo, los folcloristas lo tienen mucho más claro. Los niños tienen sus propios gustos, valores, rituales, que viven al margen de la sociedad dominante. El problema es que se empieza a temer también por esto.
Si la cultura de masas sufre por toda esta cuestión de lo online, lo inmediato y lo consumista, ¿cómo no va a sufrir también la cultura infantil? Si el entorno infantil es cada vez más pequeño, ¿cómo van a tener los niños ese espacio para vivir al margen de nosotros? Existen varios artículos muy buenos a este respecto sobre los que podría hablar hasta que la newsletter de hoy deje de tener una extensión normal, pero muchos de ellos existen en inglés y necesitan de una buena digestión:
No soy especialmente pesimista con el mundo cultural de niños y adolescentes, ya que creo que es algo innato el querer escapar del adulto y que, de alguna manera, siempre intentarán encontrar su propio espacio. Sí creo que es labor del adulto permitir que esos espacios sean lo suficientemente grandes y entender la importancia de crear cultura sin imposición. Hay sociedades que se lo toman más en serio que otras (no os extrañará que en pocos minutos he descubierto que existe un Festival de Cultura Infantil y que se realiza en Islandia, de entre todos los lugares posibles): son, precisamente, esas culturas que sí suelen apreciar el valor de lo ritual y de la artesanía, porque en lo social todo está mucho más relacionado de lo que pretendemos creer. Y eso es algo que constatas cada vez que ves a un grupo de niñas o adolescentes tejer unas inofensivas pulseras.
Desconozco si existe una relación, pero mucho más cercano a Europa existe una tradición de tejido basada en el bordado avittat de raíces danesas y que forma parte del vestido tradicional groenlandés que, en mi opinión, guarda muchas semejanzas. Se puede ver especialmente en este experimento artesano que une ambos continentes y que bien podría ser un ritual de amistad.
En mi adolescencia tuve muchas pulseras. De hecho, llegué a tener la mitad del antebrazo repleto de ellas (si la memoria no me falla, solo uno de los dos brazos). Me compraba alguna de cuero, pero era un maestro en "tejer" las nudos de lana de colores. Sabía establecer patrones y crear dibujos, elementales y molones a partes iguales.
Me atrevería a decir que, en mi caso, se las hacía a mis amigos y amigas según les apeteciera o me lo pidieran, ya que no todo el mundo estaba dispuesto a llevar pulseras (lo de la masculinidad tóxica no es cosa de unos años, como bien sabemos).
Y sí, con el fin de la adolescencia todo eso se esfumó, pero de algún modo lo recuerdo como algo importante en algunos momentos de mi vida.
El entorno infantil ha desmejorado, me temo. Qué opina la gente joven? 😃