Nostalgia
Del lat. mod. nostalgia, y este del gr. νόστος nóstos 'regreso' y -αλγία -algía '-algia'.
1. f. Pena de verse ausente de la patria o de los deudos o amigos.
Sin.: añoranza, melancolía, pena1, morriña, saudade, cabanga, melarchía, ansión.
2. f. Tristeza melancólica originada por el recuerdo de una dicha perdida.
Sin.: añoranza, melancolía, pena1, morriña, saudade, cabanga, melarchía, ansión.
La nostalgia es, a grandes rasgos, positiva, o al menos esa es la conclusión general en la psicología. Sirve para calmar nuestra necesidad de control, para conectar con otras personas, para experimentar una sensación de calma y bienestar o, incluso, como analgésico. Actúa en nuestro cerebro de esta manera, al menos temporal, mientras no vivamos permanente en ella. Momento en el que puede afectarnos negativamente. ¿Es por eso entonces que a algunos se nos arruga la nariz si se nos habla de nostalgia? Solo en parte. La nostalgia en tanto sentimiento individual es cuestión de cada uno, la nostalgia como fenómeno masivo es más preocupante.
Si hacemos caso a esa segunda definición de la RAE, la condición para la nostalgia es que eso que extrañemos se haya perdido definitivamente. Si hacemos caso a otras definiciones, también se puede considerar nostalgia esa «tristeza melancólica» por algo que ha cambiado, esto es, que ha cambiado lo suficiente como para ya no ser lo mismo. La cuestión de la nostalgia surge con cosas obvias como sociedad y política, pero también revolotea alrededor de las conversaciones sobre cultura, especialmente si la tecnología está involucrada. La nostalgia, o falta de, condiciona a menudo los textos que salen de esta newsletter, casi desde el principio, pero un comentario recibido en redes me ha hecho darle vueltas al tema lo suficiente como para explicarme un poco mejor.
Una de mis aficiones es el dibujo, y la pintura en menor medida, y algo que sabemos los que dibujamos es que las cámaras de los móviles no son fiables. Están hechas para idealizar la realidad, realzar luces, retocar colores, y se nota especialmente si deseas fotografiar un dibujo pintado a mano, incluso con ajuste manual. Así que decidí comprar un escáner que, casualmente, venía con la opción de instalación con CD. Los que habéis vivido ya los años suficientes estaréis de acuerdo conmigo en que es más eficiente ejecutar ese CD que ir a un navegador, escribir una dirección web, localizar la versión correcta del programa a ejecutar y descargarlo primero. Lo tecnológico es lo segundo, pero si tienes lector de cds, lo más fácil es lo primero. No deja de ser extraño hacer esto en 2024, así que hice una broma en Twitter sobre regresar a 2007. Hubo quien me siguió la broma, pero también quien consideró que «después de la nostalgia ochentera y noventera» esta nostalgia es la que sigue.
Puedo entender el razonamiento, ya he visto a adolescentes vestir como yo lo hacía en mi adolescencia, pero también me preocupa que llamemos nostalgia a todo. Si, desde el punto de vista de la tecnología, el cd no ha desaparecido del todo y me resulta eficiente utilizarlo, ¿por qué lo llamamos nostalgia? Es tecnología viva. Creo que, si una tecnología está presente, aunque no sea lo último (vinilos, por poner un ejemplo cultural del que os hablaré ahora) no podemos hablar técnicamente de nostalgia, no ha desaparecido, incluso cuando ha estado cerca de hacerlo, no lo ha hecho. Ni siquiera podríamos decir que ha cambiado si las tecnologías se mantienen en paralelo. Nostalgia es la del señor que vende vinilos en uno de los sitios que conozco, que se maneja en MS-DOS, e incluso así, si le funciona para mantener el negocio... no seré yo quien critique.
Cuando hablamos de ciertas tecnologías, o ciertos gustos, o ciertos productos «anticuados» estamos a menudo en el filo de o ser nostálgicos o ser tenidos como tal. No es algo que deba importarnos especialmente, pero vivimos en sociedad y, si queremos que el mundo entienda por qué nos gustan ciertas cosas, a veces tenemos que combatir, en la medida de nuestras posibilidades, los prejuicios ajenos. Uno de los míos, por ejemplo, es el de desterrar la idea de que tejer es de abuelas y que no implica ni gran esfuerzo ni gran técnica. No siempre ha sido así, soy hija de vecino y he considerado como nostálgico muchas cosas que no lo son, no siempre, y he sentido nostalgia por algo que claramente estaba mejor desaparecido. Todos tenemos prejuicios. Una anécdota al respecto es que conozco la tienda del señor del MS-DOS desde mi última mudanza hace 6 o 7 años y, al principio, me preguntaba quién demonios compraba ahí y cómo se mantenía en pie. La respuesta en diferido es clara: mi pareja y yo.
«Y sales de allí un poco más pobre, pero, y aunque suene contradictorio, un poco más rica porque en una ciudad que pone todo su empeño por expulsarnos, por hacer nuestras vidas más difíciles, hay un lugar en el que por un momento, unos minutos ―o unas horas— todo parece encajar y puedes ser feliz. Un descanso reparador en un entorno atestado de franquicias, rides y ubers.»
Andrea Galaxina, Plásticos.
Así que volvamos a los vinilos. Hace varias semanas supe de la existencia de un libro fruto de una colección relacionada con ellos a través de un artículo, que parece que se ha movido lo suficiente como para ver más sobre él en estos 2 o 3 días así que quizá ya os suene. La nostalgia vende. La colección de Plásticos no es de vinilos, esa es fácil, sino de las bolsas para vinilos que se consiguen en las tiendas especializadas. Me interesa mucho el coleccionismo y me llama la atención cuánta nostalgia puede o no haber en este mundillo al que soy recién llegada, así que estaba vendido. Plásticos está lleno de textos de diferentes autores, más o menos implicados en la industria musical y cada uno de esos textos está dedicado a una tienda concreta, algunas desaparecidas, otras muy en pie, como la que os mencionaba. Se nota fácilmente, y es lo que imaginaba, a través de esos textos, quien vive en la nostalgia y quien en la especie de pragmatismo y filosofía que he adoptado últimamente con todo esto de la tecnología cultural. Lo del vinilo, y los cds, ha venido por necesidad de recuperar la atención, de acceder a cierta música ya no disponible y de poder disfrutar de las cosas sin necesidad de estar conectada a una red confeccionada para robártela. Si quieres disfrutar de esa manera, se hace casi imprescindible utilizar tecnologías previas a internet.
Pero no hace falta irse tan lejos para ver ejemplos de cosas que pueden parecer nostalgia y son elecciones basadas en la vuelta a la atención y al ritmo lento. Otro ejemplo de volver un poco hacia atrás por recuperar algo que no queríamos perder por estas razones es Foto. Foto es una app, que es algo actual, basada en la creencia de que, para un cierto tipo de público (como puedo ser yo y, estoy segura, muchas de las personas que leen o escriben newsletters) la idea original de ciertas apps o páginas de fotografía era más beneficiosa o les aportaba más felicidad que la idea actual de que todo debe ser vídeo, alcance, o crecimiento. En Foto no puedes ver métricas ajenas, ni likes, ni followers, nada. Puedes ver las tuyas y el sistema de notificaciones es muy silencioso, no hay ningún numerito en rojo reclamando tu atención. No puedes saber si una fotografía es popular, solo si a ti te gusta o no. No sé si tendrá recorrido1, pero creo que no somos pocos los aturdidos por el ritmo de «creación de contenido» al que nos pretenden llevar las redes actuales.
Lo cierto es que, aunque el ejemplo principal de esta entrada sean los vinilos y los CDs, por lo fácil que es de ver, muchas de las cosas de las que hablo en esta newsletter y el propio hecho de tenerla, me puede colocar en el mundo nostálgico. Soy consciente, pero esto no puede estar más lejos de la realidad. Todo esto es tecnología accesible, y la compraré a través de tiendas online si es necesario. Si hablamos de vinilos en concreto, poca nostalgia puede haber por parte de alguien que nació a finales de los 80. Y si hablamos de la nostalgia en sí misma, poco puede sentirla por esas épocas alguien perteneciente a varias minorías sociales no bien vistas antaño. Las cosas que nos gustan pueden dar una pista sobre nosotros, pero no necesariamente implican un tipo de personalidad determinado2.
El resumen es más o menos sencillo, la antinostalgia implica ser consciente de que existe una inercia natural y humana a preferir lo conocido, que el hecho de que algo «anterior» te guste no implica nostalgia, que te puede gustar lo antiguo y lo nuevo a la vez y que lo nuevo no necesariamente es mejor para todos los fines. Y los fines los concretas tú, no la sociedad en conjunto, ni los prejuicios, ni nada ajeno al gusto personal. Hay nostálgicos en todas partes, y quedarnos en esa visión reducida del mundo es muy pobre y nos limita posibles experiencias. A mí me gusta la fisicidad de los objetos, y pareciera que, en un mundo altamente digitalizado, esto es nostálgico en sí mismo. Esta creencia me parece bastante absurda, todo es físico, todo es sensorial, todo lo agradable que puedan tocar estas manos, bienvenido es.
Foto ha tenido varias rondas de betas privadas y yo entré en una de ellas. En dos semanas esperan lanzar una beta pública para 20.00 usuarios, os animo a seguirles si os interesa.
Hablar de sentimientos específicos sobre las cosas es un terreno complicado y poco dado a la certeza, cualquier incoherencia que veáis en esta entrada es fruto de mi humanidad y la abrazo con cariño.
Hola! Yo no sé si soy antinostalgia también, pero hay que reconocer que no es un sentimiento que aparezca cuando algo no existe, porque hay poca cosa en la vida que no deje resto. Hasta el muerto deja huesos, fósiles, marcas, trazas de un pasado que ya no está pero que siguen ahí. Creo que el mundo va a una velocidad en la cual se deshecha cualquier cosa que no sea actual (que no es que no exista) y todo el resto se marca como nostálgico. En mi opinión nos ha tocado vivir en una nostalgia absoluta, y para mucha gente da mucha más estabilidad la nostalgia que la actualidad.
ültimamente miro a nuestros viejitos y pienso que en algún momento nos pasará que no tendremos ni idea de lo que habla la gente. De alguna manera cruel, la tecnología con la que te socializás se convierte también en patrones de socialización, y cuando esa tecnología desaparece, es como si vos misma quedases obsoleto a nivel social, por más que en esencia sigamos siendo lo mismo generación tras generación. Medio raro.