Sabéis, porque lo habréis experimentado y porque por aquí lo he mencionado alguna vez, que el algoritmo de Instagram es servicial hasta el extremo. Cuando te quedas más de unos segundos mirando algún reel de un tema inusual, comienza a sugerirte todo lo que tiene sobre el tema, aunque a lo mejor tú ni siquiera estabas mirando a la pantalla. Desde hace unas semanas vuelve a mostrarme vídeos de personas (mujeres, en realidad) que hablan sobre neurodivergencias1 diversas. A mí en realidad solo me interesa una de ellas, pero el algoritmo es, obviamente, incapaz de entender el matiz.
Compruebo, por desgracia, que se están patologizando demasiadas cosas y casi parece que cualquier cosa que haga una persona neurodivergente o con un síndrome es susceptible de convertirse en un rasgo característico del mismo. La parte cínica de mí piensa que si todo es un síntoma entonces tienes publicaciones en tu cuenta casi asegurada y cientos y cientos de comentarios de incrédulos diciendo "¡Oh! ¡Yo también lo hago!" Pero si lo pienso de forma más inocente supongo que es una muestra de algo que ha sucedido siempre, es otra parte más de la búsqueda de rasgos comunes que nos hagan formar parte de un grupo exclusivo. Aunque la exclusividad se base en una neurodivergencia que nos haga la vida complicada.
Hay que entender, y en esto agradezco a los influencers de este tipo, que el diagnóstico de trastornos y síndromes neurodivergentes en muchos países, incluido España con su sanidad pública, cuesta tiempo y mucho dinero. Para que os hagáis una idea, los precios base en adultos para un diagnóstico de altas capacidades están en 350 euros. Los del diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista y otros que dependen de un número x de sesiones con psicólogos se pueden elevar bastante en función del precio/hora del profesional. Apoyo que los profesionales estén bien pagados, yo ya pagué por una de estas pruebas y volveré a hacerlo, pero entiendo que para muchas personas es difícil o, incluso para aquellas que finalmente pasen por ahí, las redes serán el punto de partida. Me preocupa, eso sí, que al convertirlo todo en "un síntoma de" se consiga que algunas personas no puedan vivir tranquilamente sin ver pruebas por todas partes.
Pero yo venía a romper una lanza a favor de las influencers jóvenes en este campo. Durante mucho tiempo los protoinfluencers, es decir, los que escribían libros de autoayuda, adoptaron el discurso Superman. Esto se ve aún en LinkedIn, donde el propósito es venderse a uno mismo como empleado perfecto. Se comenzó a dar la vuelta a rasgos y condiciones poco comunes y limitantes para venderlos como algo mejor que lo que tiene la mayoría neurotípica. No tienes TEA, eres Wonderwoman, chica. Si se trata de motivar, cada uno tendrá sus maneras, pero si la idea es, como se supone que hace la autoayuda, dar pautas para la vida a personas con características poco comunes hay que enseñarles cuales son las limitaciones y como vivir con ellas sin vender un relato de "en realidad yo soy mejor que tú".
Todo esto tiene otra cara un tanto perversa de la que se aleja el discurso Instagram con su método de grupo, y es poner excesivo foco en la persona. Cuando te centras en la "autoayuda" y en la "superioridad" de un individuo concreto con unas características que añaden dificultad a su vida, ignoras que puede ser necesario apoyo por parte de organismos públicos, que puede necesitar medicación, que puede necesitar terapia continuada o puede estar autodiagnosticándose algo que no es. Hay personas neurodivergentes, empujadas por las situaciones o por una gran entereza, que llegan a la vida adulta con un gran esfuerzo sin diagnóstico ni tratamiento que marcan todos los ticks de "adulto funcional" que quizá no tendrían que estar sobreesforzándose de esa manera.
Hace años un amigo tuvo una crisis después de mucho tiempo con un trabajo que le hacía viajar alrededor del mundo. Era un profesional respetado y bien pagado hasta que dejó de serlo. Volvió a vivir decentemente después de un diagnóstico y varias pruebas con fármacos hasta que dieron con el que, por ahora, le permite vivir casi de forma "normal". Otro amigo, también profesional respetado y con hijos, recibió su diagnóstico y tratamiento el año pasado. Ahora es capaz de ser productivo a lo largo del día, ahora, después de más de dos décadas en el mundo laboral. Os hablo de personas que, más o menos, han conseguido tener vidas comunes, imaginad todos aquellos que no lo han conseguido.
No podemos quedarnos en el discurso de superheroes. Tampoco podemos hacerlo en el de la superpatologización, pero al menos este entiende que las características de las neurodivergencias pueden complicar el día a día de aquellos que las padecen porque, simplemente, el mundo está hecho para mayorías. No tengo solución mágica más allá de que hay que intentar diagnosticar más en la infancia y hay que intentar que terapia y diagnóstico sean más accesibles, sí que creo que hace falta más educación, y en eso Internet es un activo principal. Hay personas maravillosas que encuentran un punto medio y sensato entre el personaje de cómic y el #TodoMal y les estoy muy agradecida. Solo espero que poco a poco consigan llegar a más personas, por la salud mental de todos.
“La neurodivergencia es un concepto que abarca la diversidad en el funcionamiento cerebral y comportamiento de las personas. Este término se utiliza para describir a aquellas personas cuyas habilidades y formas de procesar la información no se ajustan a lo que se considera común o estándar. Algunos ejemplos de neurodivergencia incluyen el autismo, el TDAH, el Síndrome de Tourette y otras condiciones similares.” https://avannzapsicologos.com/neurodivergente-que-es/