Un martes cualquiera (125): La eterna conversación
De lo que llevamos hablando toda la vida
He tenido estos días varias conversaciones sobre amor, sobre relaciones que funcionan y no funcionan, sobre cómo llevas la vida a finales de la treintena y de la cuarentena, hijos, no hijos… conversaciones que habéis tenido todos. Hace solo 5, 6 o 7 años creía que estos diálogos con amigos tenían una época muy concreta en la que se repiten: cuando la sociedad considera que ya tienes edad para hacer lo mandatorio y tú ni siquiera has tomado los pasos anteriores. Ahora sé que la realidad es que estas charlas nunca se abandonan, se modifican mucho o poco con el tiempo, pero nunca dejas de tenerlas; solo encuentras a gente nueva que te ayude a cambiar un poco el discurso (o reafirmarte, si ese es tu estilo) y crecer, a pesar de las circunstancias.
Sobre por qué no he sido madre a los 37 años hablaba hace unos días, y hace un año, y hace dos. La respuesta a esto puede ser más corta y menos sincera, o más larga y dura de contar, y esta semana he elegido esta última, sabiendo que es la más enriquecedora, pero que me deja la cabeza tocada durante unos días. El espanto con el tema es real porque, a diferencia de cualquiera de las otras cosas grandes de la vida (incluso el amor), cuando se trata de la familia nunca tengo claro cuánto de real contiene mi discurso y si yo misma me creo mis palabras. Lo que digo a veces tiene matices, sobre todo dependiendo de quién me escucha. Una intenta ser un poco íntegra a sí misma, pero reconozco que ser veleta en algunos temas es fácil, porque no se me da bien pretender que sé lo qué hago. Sí creo que, poco a poco, el discurso en mi cabeza comienza a tener sentido y a no fluctuar cada par de meses.
Es esto último lo que me ha llevado a revisar un antiguo blog, solo para descubrir que la entrada que buscaba ya no existe. He recordado que, en algún momento, no hace tanto, eliminé ese texto, creyendo que tenía claro aquello de la familia y todo los checks sociales y que no encajaba exactamente con cómo lo había contado unos años atrás. Y ahora pienso que no estaba desencaminada, que creo que he vuelto a ese pensamiento, y es posible que el texto sobreviva en un viejo ordenador, pero no es de vital importancia. Fingiremos que me he dado cuenta de que mi discurso de hace 5 años y el de ahora tienen una cierta coherencia.
Lo que sí encontré fue este par de párrafos escritos cuando la pandemia aún nos soplaba en la nuca:
Por esta vida han pasado muchas Laras, casi tantas como días caben en estos años. Hay un momento en que esas Laras comienzan a tomar caminos decisivos. Hay una Lara que no vuelve de Tokio en 2011 y debe tener una lista de los cinco mejores restaurantes de tonkatsu1 de la ciudad. Otra Lara que no viene a Madrid en 2012, que sabe que estás cansado de cocinar toda la semana, pero con voz bajita te pide que le hagas un poco de esa salsa de almendras cuando llegue el domingo. Una Lara que no deja este trabajo, ni este, ni este otro.
Hay una Lara a la que no echas de casa, ni se va por sí misma, y es una Lara que no sé si sigue viva. Habría vivido más que esa Lara que pudo ser y casi no fue, la que se nos va de bebé entre los brazos de mamá. La Lara que no podía decidir, la más efímera de todas. Y está esta Lara. La que avanzó, la que estudia, la que trabaja, la que ha sobrevivido y os quiere a todos, porque eso de odiar le resulta ajeno. La que no es exactamente diferente, porque lleva dentro a todas las demás, como si para cambiar de vida sólo bastara con un pequeño salto. Una Lara que vive cuál Joshua en La Tierra Larga2, pero que sabe (y espera que los demás lo sepan) que es la mejor Lara que pudo haber sido.
Y lo cierto es que también puede encajar, porque estas conversaciones sobre temas más grandes que la vida misma dependen, mucho más de lo que creemos, de la decisión que tomas en el momento en qué no debes y de la persona con la que no te encuentras cuando sí debes. No me sucede solo a mí, claro está, cuando vives en medio de la vorágine de una gran ciudad a una edad extraña te rodeas de personas que están perdidas en lo vital. Un amigo se preocupa del bienestar de otra amiga común, sobre lo incorrecto de sus decisiones, y a mí solo me sale decirle que debe «darse la hostia». Y así con todo lo demás. Equivocarse y caerse empieza a ser mi consejo estándar para todo y podría imprimirlo en una tarjeta para ahorrar tiempo si no fuera porque, en verdad, me encanta tener estas conversaciones en el borde de una copa de vino.
Sé que no es temática de esta newsletter donde lo más personal no es lo más común (y eso que escribo sobre mí misma con frecuencia), pero también sabéis que estas últimas semanas son de introspección por alguna razón que desconozco y de la que estoy segura de que más de uno tenéis papers. Llamémosle primavera, por ejemplo. Podría escribir lo que pienso ahora sobre esos temas tan grandes, y daría un poco igual, porque no sé lo qué pensaré en unos años, ni si me arrepentiré de ello y volveré a borrar. Estas cosas suceden cuando llevas 20 años escribiendo en varios lugares de internet. A veces no te aguantas demasiado y tienes que hacer las paces con tu lado menos agradable y que le ha dado a enviar sin pedirle permiso a la del futuro. Por eso, queda callarse un poco y esperar que alguna de las Laras que vengan haga algo de la que esta de 2025 esté orgullosa, incluso si rompo mi coherencia de nuevo. Mientras tanto, y a pesar del viaje mental que ha supuesto, gracias a R por la conversación.
Guía Michelin de los 15 mejores restaurantes de Tonkatsu de Tokio, para cuando os pueda hacer falta.
Saga de La Tierra Larga, escrita por Sir Terry Pratchett y Stephen Baxter que debo haber recomendado más de 5 veces por aquí.
Este tipo de conversaciones siempre me han parecido interesantes, lo que tolero muy mal (directamente no lo tolero) son las preguntas inoportunas de gente que ni me va ni me viene. Dicho de otro modo, me gusta hablar de estos temas, pero no tengo ninguna necesidad de solventar la curiosidad innecesaria de nadie :).
Y la Tierra Larga es una saga realmente fascinante. Muy buena recomendación :)
El eterno tema....