Ya es habitual que cada cierto tiempo vuelva a pensar en las redes sociales, en cómo afectan y cuáles han sido sus dinámicas. Esto último está cada vez más presente en la ciencia social debido a que las redes sociales poco a poco están colapsando y perdiendo su influencia, lo que hace que se puedan estudiar esas dinámicas con cierta distancia. Se han hecho mayores, y ya son objeto de un estudio más completo y sosegado. Estos días he vuelto a pensar en ellas, precisamente por una de sus funcionalidades, la de guardar posts. Es algo que utilizo mucho porque la información es mucho mayor de lo que alguien puede consumir o sostener en cada momento y porque, al igual que sucede con un buen libro o una buena película, a veces necesitamos volver a esa obra, post o artículo más adelante.
Hace unos días volvía a un post que mencionaba el término context collapse (ya veis que mi uso de la palabra colapsar en el párrafo anterior no era casual) y como se había aplicado a las redes durante varias décadas. Al volver estos días sobre ello he entendido un fenómeno que se ha agravado con los años. El colapso contextual1 se puede definir, en rasgos amplios, como aquel momento en el que, debido a que varias audiencias ocupan un mismo espacio, una información alcanza una audiencia para la que no estaba destinada y esta es incapaz de comprender esa información debido a la falta del contexto original y, por consiguiente, reaccionan negativamente creyendo que ese contenido es para ellos. Sí, os acabo de resumir los últimos años de Twitter.
El término es previo, eso sí, porque las redes no han inventado tanto. Proviene del entorno de la televisión y la radio y fue acuñado en 1985 por Erving Goffman y Joshua Meyrowitz, que a su vez lo ampliaría en un libro titulado No sense of place, que en el entorno angloparlante se considera un clásico de la comunicación, pero no ha sido traducido al español. Como sucede, creo, con muchos conceptos de la ciencia social, su aplicación original era más limitada y se ha visto más expuesta en décadas posteriores. Llegan los 2000 y el término vuelve a utilizarse, esta vez de la mano de la académica Danah Boyd. Boyd cuenta que, en un principio, lo utiliza sin querer acuñar el término formalmente, pero empieza a hablar de cómo esa dinámica que venía comentando Meyrowitz se aplica a las primeras redes sociales2, específicamente Friendster y Myspace (hablando de Myspace en una newsletter con ínfulas de blog en 2025, perdonad que pare un segundo para reírme de esto).
Y en 2011 aparece el texto que para mí es más esclarecedor de todo esto I tweet honestly, I tweet passionately: Twitter users, context collapse, and the imagined audience3 coescrito por Boyd y Alice E. Marwick que, a su vez, se estaba especializando en las microcelebridades que empezaban a surgir en las redes y en internet en un contexto amplio. En este texto se habla de lo que muchos hemos experimentado de forma empírica: de las audiencias en internet, de nuestras expectativas en audiencia, de la «autenticidad» y de como esto y el colapso contextual inevitablemente llevan a una cierta autocensura o, por el otro lado, a un premio al follonero. Tened en cuenta que esto es de 2011, escrito, de hecho, en 2009, cuanto Twitter estaba en pañales y todos éramos más inocentes, y los años posteriores no han hecho más que probar que el colapso contextual es cada vez mayor.
¿Por qué cada vez mayor? Fácil, la sociedad aprende por asimilación, y las redes son un reflejo de una realidad social mayor. Hay muchos estudios, algunos que ya he enlazado en otras entradas, en los que se habla de una pérdida de comprensión lectora a nivel global, otros que hablan de un cierto «empobrecimiento» de la cultura (no me voy a meter ahí porque es melón para otro día) y de una intención cada vez mayor de ponérselo fácil al espectador. Si Neftlix cree que cada vez es más necesario ponernos guiones facilones debido a nuestra incapacidad de prestar atención y de comprender ciertas insinuaciones, ¿qué no hará en nosotros el no comprender 280 caracteres escritos para otros?
El hecho de que cada vez estemos más segmentados y polarizados, aunque cohabitemos el mismo espacio, el hecho de que estemos perdiendo esa capacidad de comprensión y todas las cuestiones que se derivan de la educación, se unen para hacer que el colapso contextual sea cada vez más fácil de alcanzar, bien por números, bien por contenido. Se puede ver muy fácilmente con la función de «retuitear», que en sí misma fue la que todo esto se acelerara, porque es la que hace que un post con una audiencia específica salga fuera de esta. Si hubiéramos cogido un mismo post y lo hubiéramos publicado exactamente igual con varios años de diferencia estoy segura de que con cada año habría sido más fácil alcanzar ese colapso. Contenidos que, en un principio necesitaban de muchas interacciones hasta que alguien ajeno entraba con su ofensión, ahora alcanzan mucho más rápidamente ese punto.
Esto no es nada ajeno en aquellos que trabajan con audiencias en directo y además necesitan de cierta respuesta inmediata (razón por la que el término y su definición son anteriores a las redes) y estoy segura de que cualquiera que ha tenido una respuesta negativa en uno de sus trabajos habrá entendido las redes mucho antes que todos los demás (un abrazo a los cómicos). El resto de los mortales lo hemos aprendido a base de tuits tontos que no habías pensado mucho previamente. ¿En qué queda todo esto del colapso contextual? Si estás en redes lo tendrás bastante más claro. Aquellos de alma tranquila han tomado tres vías, bien diferenciadas, bien superpuestas: el candado, que limita tu audiencia para cortar de raíz ese colapso; la autocensura, que hace que solo escribas de temas blancos, aun a riesgo porque cada vez es más fácil que se malinterprete y la huida a sitios en los que ese colapso contextual todavía es más difícil de alcanzar. Esto es lo que algunos han venido en llamar «aburrido»4, porque no son capaces de comprender que hay un sector de la población que no disfruta de la gresca.
No tengo muy claro en que derivará el colapso contextual, si creo que está provocando que cada vez nos separemos más y esto es triste incluso para una persona poco sociable como yo. El término sigue en pie, vivito y coleando, y se siguen haciendo estudios al respecto. Ha alcanzado la audiencia española y en 2020 se publicó un estudio en nuestro idioma en el que ya se incluye el populismo, que tiene mucho que ver, y el futuro de todo esto. Toda esta cuestión de las audiencias y de no comprenderlas tiene mucho que ver con las cámaras de eco y mi opinión sobre ellas ha variado mucho con el tiempo. Inevitablemente he ido construyéndome las mías, a pesar de que entiendo su lado negativo, por una simple necesidad de paz. El problema viene con las generaciones más jóvenes o las venideras a las que no sé si seremos capaces de explicarles que una coexistencia entre grupos es posible. Quiero confiar que hay quienes hacen bien su trabajo a pesar de los que nos hemos salido un poco evitando el colapso.
En La historia chica tenéis el primer post publicado: Una introducción. Recordad que es mi segunda newsletter, centrada en la artesanía y que se publicará bisemanalmente. Si quieres recibirla en tu correo deberás suscribirte también en ella.
Hoy también me paso por la newsletter de Marta Postales de domingo que es un amor y está realizando posts mensuales con escritores de Substack sobre nuestras postales y nuestros viajes. Puedes leerlo aquí:
En español se ha venido a traducir como «colapso del contexto» que, a mi juicio queda muy artificial, así que perdonadme el uso de «colapso contextual» en su lugar.
Esto es café para muy cafeteros, pero la disertación de Boyd Taken Out of Context es muy amplia y trata todos los temas que veréis en esta entrada, en 400 páginas, ahí es nada.
Os enlazo al original, podéis ver aquí la página en la que está contenida junto con otros estudios sociales interesantes.
Se ha movido estos días el artículo de alguien que consideraba Bluesky aburrido porque lo que le gustaba era que hubiera gente mala con la que discutir, no lo enlazo por no darle más atención de la merecida y porque me gusta tener esta casa limpia.
Muchísimas gracias por esto, Lara. Estoy preparando una charla para dentro de unos meses sobre propaganda en el siglo XXI, y esto me viene como un guante para complementar una parte en la que hablo de la gestión del ruido en redes como Twitter.
De nuevo describiendo muy bien la realidad.
Acabo de tener un fin de semana de desconexión de redes y qué paz!
Casi casi Substack es a día hoy de los pocos lugares seguros, aunque siento que está cambiando.....