Un martes cualquiera (XXXI): Con un par de agujas
Historias cíclicas y finales que no llegan versión ovillo de lana.
He pensado mucho estos días en el fenómeno que hace que cada generación crea que ha reinventado la rueda y en como en algunos aspectos sociales la historia es cíclica. Es algo que ya había meditado, pero que esta vez viene a raíz de un vídeo que encontré en uno de esos paseos en Internet en los que uno salta de enlace en enlace sin ningún tipo de ruta. Es mejor verlo antes de que continúe así que aquí va, con sus escasos 4 minutos:
Competición nacional en Australia de tejedoras en su edición de 1971. Una maravilla absoluta. Hay varias cosas que me llaman poderosamente la atención: que esto existiera y se televisara, que hubiera campeonas regionales, la preparación con polvos de talco cual Olimpiadas, el saber quien va a ganar por su "temperamento" y que Internet nos haya dado la oportunidad de ver esto al otro lado del mundo en 2023. Y el pelazo de Mrs. Nazar y su controversial european technique, pero ese es otro tema.
Hay algo que destaca sobre todo. Después de mostrar a las participantes tejiendo sus piezas (que para los que no sepáis de esto son pruebas habituales de 10x10 cm que se utilizan antes de cada pieza para determinar tensión, aguja y talla a realizar) al entrevistar al jurado, efectivamente, la reportera hace la pregunta estrella: "¿No es tejer algo anticuado hoy en día?" Si tuviéramos competiciones de tejer televisadas hoy en día se preguntaría lo mismo, cincuenta años después. No es ni siquiera una suposición, es algo que recuerdo ver en algunos reportajes cuando comenzó el Heavy Metal Knitting World Championship en Finlandia y se hizo viral. Si no sabes a lo que me refiero, toda su hora y media de gloria de la última edición se encuentra en nuestra nueva tele, YouTube:
Sí, es largo, pero te apañará una tarde tonta en algún momento. Volvamos a nuestras tejedoras de 1971. Una persona del jurado indica que tejer no es anticuado y que está on the rise y tuvo razón. A lo largo de los 70, con la aparición de los pantalones campana vinieron los chalecos de colores tejidos y una cultura do it yourself. ¿Os suena de algo? Hace 10 años salían ferias de este tipo como setas, y las que hacemos cosas nos habíamos empezado a juntar en cafeterías. Una revista mítica de esto, la Vogue Knitting, había cerrado en 1969 después de casi 40 años de vida, sólo para resurgir en 1982, a finales del boom de los 70. Continúa editándose estos días, cincuenta años después de su muerte, cincuenta años después de hablar de pasatiempos anticuados y con al menos dos booms del DIY entre medias. No hemos inventado nada.
Y todo esto me lleva a algo más profundo sobre el acto de tejer y cómo lo vemos socialmente, sobre todo porque, muy a mi pesar, yo también he participado de ello. En ese vídeo del 71 y en este presente del 23 asociamos tejer (y el ganchillo) con las abuelas, el estereotipo no ha cambiado. Está claro que es un estereotipo erróneo que cae por su peso por pura cuestión de mortalidad humana, pero todos los chistes se siguen haciendo con esa base, hasta el punto de que las propias tejedoras en muchas ocasiones hemos dicho eso de "es que soy un poco abuela". Intento dejar atrás esa frase manida y hace mucho que no la digo. Por una parte porque un chiste que tiene al menos 50 años es bastante aburrido, por otra porque creo que no ayuda a aportar valor a la artesanía en sí.
Tejer y hacer ganchillo consumen muchísimas horas, requieren de un mínimo de capacidad matemática, de saber detectar errores y arreglarlos, de destreza manual y de paciencia. No es para cualquiera, lo que explica que no sea un pasatiempo masivo. A pesar de todo esto, se asocia con las abuelas que no tienen nada mejor que hacer, con un arte menor. Es cierto que muchas señoras mayores, una vez llegada la jubilación pueden dedicarle más horas que las que somos oficinistas, pero en otras disciplinas no vemos a los artistas autoidentificarse como señores mayores sólo porque, por ejemplo, Antonio López pinte y sea un señor mayor. No decimos de los pintores que sean abuelos. Aunque claro, que tejer sea una disciplina "femenina" no ayuda, en estos temas siempre vamos por detrás, llevamos desde la posguerra intentando reivindicar la profesión de secretariado. Está claro que sólo sé situarme en entornos que se consideran desfasados y aquí estoy, pasándomelo pipa y ganándolo bien. Por estas cosas intento no seguir la broma recurrente del abuelismo, porque aguantarla toda la vida es aburrido, porque difícilmente nadie va a entender la energía (y los meses) que consume tejer una blusa si, como se ha venido haciendo siempre, lo asociamos con las abuelas y sus regalos. Nadie se hace rico tejiendo porque nadie quiere pagar lo que verdaderamente cuesta. Lo mínimo que podemos hacer es darle valor a lo que hacemos y desterrar un estereotipo, este sí, muy rancio.