En la mesa del salón, aspirante a mesa de novedades de lo biblioteca personal, se sientan esta semana dos novelas. Esto en sí es anecdótico, teniendo en cuenta lo mucho que prefiero la no ficción, pero es que, además, pertenecen al mismo género. Supongo, siendo como son las críticas literarias, que podríamos usar adjetivos comunes a ambas, pero en mis manos no dejo de ver diferencias. Uno de los libros ha sido una compra buscada, el otro un regalo. Editorial grande, editorial pequeña. Tamaño. Apariencia. Y marketing. Los que sepáis de ventas entenderéis que ambas novelas deben venderse de diferentes maneras y, sin embargo, al leer las reseñas puedo notar como una me genera rechazo y no por la historia. Mientras me cuenta de qué va me añade adjetivos que yo, como lectora, debería darle a la historia. Los adjetivos están cansados, son los que, como digo, funcionan de comodín para este género y ya no añaden, sólo rellenan.
Sorprendente. No sé. Espectacular. A ver. Brutal. Por favor, para. Son adjetivos que ya no significan nada. Los hemos usado tanto que no los vemos o si lo hacemos nos irritan. Los hemos usado tanto que ya no forman parte de una hipotética crítica a un libro, una serie, una película, sino que se usan directamente para vender la obra confundiendo descripción con experiencia. Sé que la técnica no es nueva, que se usaba ya en otro siglo, pero tengo la sensación de que en esta era y durante un tiempo no era lo frecuente. Me cuesta no hacer la relación con la opinología que hay por todas partes.
No os voy a engañar, probablemente criticaría también otras técnicas de venta. Tengo una enemistad irracional e inmadura con el marketing. Al menos hacia el cutre. El que es tan obvio en su forma de presentarse que sólo te queda patalear y darte la vuelta. Sé que todo es marketing, que lo lleva siendo desde que algo se puede vender o intercambiar, pero verle las costuras a la forma en la que intentan venderme algo me disgusta. Así que es natural que cuando el mundo literario me intenta vender un libro con adjetivos gastados yo rechace un poco el libro en cuestión. Me lo leeré en algún momento, porque tengo buenas referencias del autor y porque ya tengo el libro en mi mesa. Pero no sé si habría salido con él de una librería al empezar a leer la sinopsis.
Como os decía, el marketing no es lo mío, lo he tenido que estudiar varias veces aplicado a diferentes tipos de producto y nunca le he visto el atractivo. Así que es más que probable que esas técnicas para vender un libro funcionen a la mayoría y esta sea sólo una de mis tonterías. Recuerdo, mucho tiempo atrás, una asignatura de lengua aplicada a la publicidad que no me pareció tan terrible. O quizá fuera porque disfruté mucho leyendo 13,99 euros de Frédéric Beigbeder para la universidad. Con lo que sé de este tipo de lenguaje me puse a googlear. Me vi con muchos resultados de páginas y cursos de escritura en los que te animan a reducir el número de adjetivos, esas las esperaba. Reza Mari Tilde: "¿Puede la luz no ser brillante, la oscuridad no resultar tenebrosa, ni alegre la felicidad?Raras veces. Entonces no necesitas esos adjetivos."
¿Pero y qué pasa con los adjetivos en publicidad? Pues lo mismo. Exactamente lo mismo y no solo en español. Alguno habrá pensado que debería dedicarme al copywriting teniendo en cuenta lo mucho que me tomo al pecho el tema, pero yo me conformo con saber que lo que sucede con la abundancia de adjetivos en la escritura literaria también aplica al lenguaje de la publicidad. Que si sobreexpones tu producto a descripciones aburridas y recargadas vas a conseguir que el potencial comprador se abrume y se vaya. Puede ser una pena si pensabas comprarte un teclado de ordenador, pero es terrible si lo que querías era llevarte un libro. Todos los implicados en ese libro vienen del mundo de las letras y debería notarse. Queridos editores, no puedo pedir demasiado al kebab de mi calle y su cartel de "deliciosa comida", pero a vosotros sí. Es hora de que mateis al adjetivo.
Me vienen a la cabeza las frases de las fajas de algunos libros… Creo que esas están llenas de esos adjetivos que tanto te gustan.